Tabú 14
Faltan ya sólo 14 días para que empiece La Mirada Tabú y para ir calentando motores, qué mejor que continuar con Barbarella (Roger Vadim, 1968) y Jane Fonda en la Excessive Machine, la máquina donde tendrá una de las mejores experiencias de su vida…
[youtube https://www.youtube.com/watch?v=ye5Jo1I4XXc]
Os dejamos también el texto a propósito de este fragmento del film de la revista JOT DOWN:
Jane Fonda, en Barbarella, en una máquina creada para el placer de la mujer. Ahí dentro, Fonda retoza, abre los ojos y sin gritar ni gemir en exceso, tiene un orgasmo sin necesidad del hombre, como la radioyente. Por eso sabemos que no está fingiendo: la máquina no se va a ofender con ella. Los orgasmos cinematográficos mejor fingidos siempre son para demostrar algo: para esquivar al hombre, para no ofender su ego, o para hacerle ver que no son tan despiertos para detectar cuándo una mujer les está engañando. Normalmente el orgasmo fingido se da porque a la mujer no le apetece mantener relaciones sexuales pero accede, le permite al hombre que cumpla sus deseos, y se ofrece con desgana, como un objeto. Los hombres, en el mundo de los tópicos, siempre están por encima en la escala del deseo y las mujeres siempre se quejan. A la máquina de Barbarella no le importa si Jane Fonda tiene o no un orgasmo, si va a acabar quemando el aparato o si se va a quedar fría. La máquina no tiene sentimientos, con la máquina no tiene después que irse a dormir, y la máquina no le va a preguntar si es que ya no la desea o si hay otra persona. Jane Fonda no le va a tener que responder que está muy cansada y que no hay ningún problema, es que ha tenido un día duro, tampoco va a tener que explicarle que tiene demasiadas cosas en la cabeza y no puede concentrarse, ni va a decirle que tiene miedo de que el niño entre a la habitación y los pille. Está creada para dar placer, no para dar explicaciones ni motivos: no para reproducirse, no para intimar; para el placer exclusivamente.